Este fin de semana he estado en Granada en el I Congreso Internacional de Sociología del turismo. El congreso super interesante y la ciudad estaba preciosa, pero sobretodo me ha encantado la alegría de la gente. Una sonrisa contagiosa que trasmite ganas de quedarte para seguir conociendo a más personas.

granada sierra nevada

Si tuviese que elegir una estampa, me quedaría con esta vista del Albayzín soleado, con Sierra Nevada al fondo. Reflejando el contraste del frío de la ciudad y la calidez de su gente. Si tuviese que elegir un momento, elegiría dos.  Anécdotas que te regala la vida y se quedan contigo para siempre.

La primera, más que anécdota es una gran teoría que explica el caracter de  los andaluces. Una chica me explicó que no sólo el sol influye en la personalidad, sino que también lo hace el lenguaje. ¿Cómo no vamos a estar sonriendo todo el día? Si para decir gracias decimos «grasia» que te sale ya la sonrisa sola. Y mira los vascos, siempre con esa cara de serios. Pero es normal. Tienen mucho menos sol y eso se nota, pero ¿tú sabes como dicen gracias? En euskera dicen eskerrik asco; como vas a sonreir diciendo eskerrik asko. Ni aunque te obligues a sonreir eres capaz.

Otra anécdota con la que me he quedado impactado es sobre el racismo y la tolerancia. Estando en un Kebab, el dueño se quejaba de que fuera de Granada, había mucho más racismo. Por eso vivía allí, porque en el resto de España no se sentía bien recibido. Intenté convencer que en Galicia somos muy tolerantes, pero no se lo creía. Traté de convencerlo con varios argumentos, y sólo logré convencerlo cuando le conté cómo había sido mi viaje a Marruecos; como habíamos convivido con nuestros hermanos musulmanes, sus historias sobre el Corán y los tagines que habíamos compartido.

Me puse nostálgico recordando aquel viaje tan antropológico al corazón de otra cultura surfera, pero muy triste de ver cómo las religiones separan a personas tan iguales.

Recordé este viejo relato que escribí tras los atentados de Charlie Hebdo, de los cuales me enteré estando en Oualidia, justo la ciudad de nacimiento del chico que calentaba hoy mi Shawarma. Y que rescato ya no sólo como promesa que le hice a este chico, sino con la intención de que algún día, el racismo y la xenofobia, desaparezcan de nuestra sociedad.

Para leer este relato:

Olas y Tagines. (Marruecos Navidades 2015)

 

Diego Santos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.