Desde mi último viaje a Canarias, le tengo un cariño desmesurado a Tinajo y a sus gentes y, gracias a ellos, mi afecto es extensible a toda isla de Lanzarote.

Hace ya algunas semanas he conocido la campaña: Lanzarote, tu paraíso. Cuídalo.

Un vídeo que me llegó a través de las redes sociales y al verlo una sensación extraña invadió mi cuerpo. Las imágenes me hicieron sentir una especie de mezcla entre pena y nostalgia, mientras que las palabras de Franito me llevaron dentro del mar.

                 

«Paraíso es cualquier trocito de roca del litoral de Lanzarote, donde rompe una ola, cristalina y espumosa. Donde pueda estar a gusto conmigo mismo. Donde pueda sentir las olas, el mar y disfrutar lo máximo posible.» Franito Sáenz (2016)

Bellas palabras que sugieren una forma de entender Lanzarote, el surf y casi la vida. La eterna búsqueda de un lugar, un rinconcito de tierra en el que alcanzar la paz. Muchos soñamos con un paisaje bañado por el mar al que poder ir cada día para que nos bese mientras cerramos los ojos, sonreímos y nos dejamos llevar.

Lamentablemente cada vez quedan menos paraísos que no estén llenos de mierda, gente y contaminación. Casi siempre juntos, afortunadamente a veces separados.

En un momento que estaba saturado de muchas personas y cansado de un intenso ritmo vital, Lanzarote sacó lo mejor de mi. En la Santa volví a reencontrarme con un viejo yo que había casi olvidado. Días de mucho surf en olas cóncavas y ritmos fuertes de trail volcánico. Correr me relaja física y mentalmente. Siempre voy pensando en mis cosas, hablándome al oído, cantando o gritando con rabia. Correr es mi psiquiatra.

Nunca podré olvidar esos senderos de roca volcánica a la orilla del mar. Una auténtica pasada salir de la Santa y dar vuelta en Caleta Caballo siempre viendo el mar.

«Paraíso es ese instante en el que estoy corriendo por los caminos del islote de La Santa a última hora e la tarde con la puesta de sol (…) » José Carlos hernández (2016)

                   

Tinajo nos regala un paisaje precioso. Multitud de senderos diferentes pegaditos al mar con los que cada día descubrir nuevas calas, esculturas naturales o pequeños volcanes. Un relajante escenario lleno de magia, en el que el inmenso horizonte azul es testigo de como risco de Famara contempla con ojos de enamorado la belleza de la isla de la Graciosa. Momentos indescriptibles, de una conexión sensorial con la madre tierra que muchos tildarían de mística si ese viaje interior no fuese perturbado por el dolor que produce encontrarse con vertederos ilegales y acumulación de mierda.

Por esa razón, creo que todo tipo de campañas de concienciación son necesarias, pero también creo que los Gobiernos pueden hacer algo más. No es que Lanzarote esté lleno de basura, que no lo está, pero si hay aspectos muy mejorables y que uno desearía no encontrarse ya que podrían solucionarse con un poco de actitud proactiva sobre el terreno.

VERTEDERO DE BASURA DE LA GRACIOSA
J.L.CARRASCO

La foto no es mía porque no llevo nunca móvil cuando corro, pero ilustra perfectamente la realidad de la contaminación que vi durante mi viaje a Lanzarote del que hablaba al principio. Por desgracia varios pequeños vertederos incontrolados se situaban en zonas recién asfaltadas aledañas al Complejo de La Santa Sports. Me parece increíble que ningún supervisor del Gobierno haya ido a comprobar dichas obras y no se haya asustado al encontrarse tanta basura acumulada tan cerquita del mar.

También vi varias veces como ciclistas tiraban sus bidones sin el mínimo reparo. Un día increpé su actitud a uno que rondaría los 25 años y me respondió algo sobre mi madre en un perfecto inglés. No tuve tiempo a contestarle, ni a tirar siquiera su bidón a la cabeza. Mi mente recreó la pintada que hace años advertía a todo el que llegaba a Sanxenxo por la vía rápida del Salnés:

Queremos turistas, no cerdos fascistas

La basura en la orilla del mar me pone especialmente triste. Y me da por pensar en lo mal que estamos haciendo las cosas los que a veces tenemos la oportunidad de compartir la vida con gente joven y deportista. Que mi padre reutilice como nadie las bolsas del supermercado y los adolescentes no tengan un mínimo de conciencia ambiental me da miedo sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo.

Por último, creo que todos los seres insignificantes que poblamos el mundo sin la ambición desmesurada de las multinacionales, debemos actuar localmente y pensar globalmente. Por eso me gustaría cerrar este pequeño texto cambiando la palabra Lanzarote (que podría haber sido cualquier otra) por Tierra.

La Tierra, tu paraiso, cuídalo.

Por otra parte es hora de concienciarnos en que nuestras acciones importan y mucho. Quizás no tengan una incidencia reseñable en el discurrir de la humanidad, pero todo suma. Creo que la filosofía colaborativa debe regir nuestra manera de vivir. Compartir es vivir, dicen.

La Tierra, nuestro paraíso, cuidémoslo.

Diego Santos

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