Con el confinamiento llegaron problemas asociados a las libertades de las personas. Durante semanas no pudimos salir de casa. NADIE que no tuviese una causa muy justificada.

Posteriormente, el Gobierno pensó en una serie de medidas, para soltarnos un poco la correa, dejándonos salir muy poquito.

El deporte, siempre tan publicitado y promocionado por organismos de toda índole como una necesidad cuasi vital, estaba prohibido realizarlo donde nació. Afortunados los que nos compramos una bici estática y aquellos de clases sociales pudientes que pisos amplios, jardín, gym y poca necesidad de salir de casa.

El Gobierno en una posición bastante habitual, sin saber ni de que le hablan cuando se refiere a deporte, juntó churras con merinas… y la cagó! y bien cagada!

Incomprensiblemente y posiblemente de manera anti constitucional, dio una serie de privilegios a los deportistas federados. Por obra y gracia divina. Y se lió!

Las federaciones, que podían haber tenido otro talante, se dedicaron (en cierto modo de manera lógica) a defender las condiciones para los miembros que pertenecen a su club. Pero claro, en un momento en el que el país está encerrado, ciertas declaraciones duelen.

Sobre todo cuando, en mi humilde opinión, excedían sus competencias diciéndole a sus miembros qué podían hacer y qué no, aún cuando una cuestión tan importante en estos momentos delicados no dependía de ellos.

Leer que habían multado a algunos surferos federados, en contra de las indicaciones de la federación, me indignó.

Después de esto, la federación

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