Con motivo del XX Congreso Internacional de Sociología celebrado en Almagro en Noviembre 2015, he preparado un artículo que ha sido publicado en el libro: Mundos Emergentes: Cambios, Conflictos, Expectativas y que he dividido en tres partes para subir a este blog.

libro almagro

Para leer las primeras parte pulsa en los hipervínculos:

LA HISTORIA SOCIAL DEL TURISMO DE SURF. DE WAIKIKI A LAS WAVEGARDEN. (Parte I)

LA HISTORIA SOCIAL DEL TURISMO DE SURF. DE WAIKIKI A LAS WAVEGARDEN. (Parte 2)

LA HISTORIA SOCIAL DEL TURISMO DE SURF. DE WAIKIKI A LAS WAVEGARDEN. (Parte 3)

Madrid y su proyecto de playa con olas.

La ciudad de Madrid tiene planificada la construcción de una piscina de olas dentro de un complejo más global que pretende convertirse en la playa de Madrid. Que una ciudad sin costa pueda convertirse en un referente del surf nos hace darnos cuenta de que nos encontramos con que las olas generadas de manera artificial se erigen como el nuevo paradigma del surf moderno.

Si bien los resultados que hemos obtenido (Santos, 2015) cuándo profundizamos en el conocimiento sobre las impresiones de los surfistas acerca de estas instalaciones, nos muestran que los surfers de Madrid consideran estas instalaciones un lugar dónde practicar y mejorar su técnica, sin que el volumen de viajes de surf al océano tenga que verse reducido.

No creo que el tema sea planteado así. No es aceite o vinagre. Como sabemos en las ensaladas, se usan ambos en diferentes proporciones según el paladar. La experiencia de estar en el mar, nunca se podrá reproducir, pero las olas buenos, yo creo que si” (Fernando Aguerre, 2015).

En sentido opuesto, cuando se plantea a los surfistas de cierta lejanía a Madrid la posibilidad de visitar este proyecto de piscina de olas, podemos observar que casi uno de cada cuatro encuestados se desplazaría a Madrid con el objetivo principal de surfear. Un 60% de los encuestados, si tuviesen que desplazarse a Madrid, intentarían visitar este complejo. Por el contrario, un 15% aunque viniese a Madrid no tendría en mente acercarse a esta piscina de olas.

encuesta wetmadrid

 

En este sentido, cuándo surfear es la razón principal del viaje, entrará en el comportamiento subcultural del que hablábamos anteriormente al referirnos al turismo de surf.

En este sentido y, rescatando datos de una investigación previa (Santos, 2015), nos encontramos con un número nada desdeñable de viajeros de surf que realizan cursos de surf tanto a nivel de iniciación como de perfeccionamiento.

viajes de surf

Esta investigación nos revela que, a nivel general, el 43% de las respuestas incluyen la realización de al menos un curso de iniciación o perfeccionamiento de surf. Y que, de los cursos realizados por surfistas, el 65% tienen una duración de entre 2 y 5 días y casi el 20%, de entre 6 y 14 días.

Por tratarse de una tipología de viaje menos experiencial que un viaje de surf libre, es posible que el viaje de aprendizaje de surf más habitual sea la realización de estos cursos en destinos de distancia media-corta de nuestra residencia habitual.

En virtud de estos datos, podemos intuir que muy posiblemente estas piscinas pueden suponer una competencia para el turismo de surf tradicional, es decir, en el océano y cuando la motivación principal del viaje es surfear. Concretamente en la tipología de turistas que quiere realizar un curso de surf, pues es un tipo de viaje marcadamente deportivo y los objetivos del surfista en ese tipo de viaje están muy claros y muy vinculados con la técnica. Por tanto, parece que las piscinas de olas podrían ser una competencia directa para las escuelas, cuyos cursos no pueden garantizar la presencia de olas ni establecer un seguimiento tan personalizado con cámaras y tecnología para la mejora como aseguran que dispondrán estas infraestructuras.

Exceptuando los casos de mejora técnica o viajes por competición, resulta difícil imaginar que este tipo de experiencias puedan atraer a los surfistas socializados en la práctica en el océano, más allá de por quitarse la curiosidad.

Tal y como se antoja en virtud de las conclusiones de investigaciones previas (Santos, 2015), el mayor punto fuerte de estos proyectos, además de ser una opción de surf constante en lugares que no las hay, es la importancia que puedan tener a la hora de la mejora técnica en el surf y de la posibilidad de albergar campeonatos.

Instalaremos el Centro de Alto rendimiento del Surf de la federación española en Madrid. Por lo que tendremos a los mejores surfistas entrenando allí. Además tenemos previsto celebrar en 2017 el campeonato del mundo de surf en Madrid” (Carlos García, Presidente FES, en Santos 2015).

Las piscinas de olas, competición, Juegos Olímpicos y turismo

Las opiniones de los teóricos del turismo de surf, desarrolladores de esta tecnología y responsables de las instituciones del surf son muy diversas en cuanto a lo que esta realidad puede significar para el surf como deporte, pues se intuye que afectará de una manera muy importante al aspecto competitivo.

Las diferencias entre el surf en el océano y el surf en piscinas no radican solo en la experiencia de la práctica en naturaleza, sino que incluso la mecánica de fluidos nos recuerda que el desplazamiento no será el mismo en agua dulce que en agua salada, entre otras diferencias. Sin embargo, las mayores diferencias no serán en el deslizamiento en sí, sino en la adaptación de la dinámica y de las reglas con la que se realizan las competiciones a este nuevo escenario.

En este sentido, Fernando Aguerre, uno de los principales defensores de esta tecnología, considera que la competición en olas artificiales será un sistema más justo, más focalizado en la técnica sobre la ola, y que otros factores ambientales no tendrán tanta influencia, como sucede en el surf del océano.

Estandarizando las olas de competición, el factor suerte en conseguir un tipo de ola del océano dejará de convertirse en un factor importante a la hora de determinar el campeón de una competición de surf” (Fernando Aguerre, 2015).

Se evidencian, por tanto, varias posibilidades al respecto de cuál será la evolución de la competición. En virtud de lo estudiado, se considera que dicha evolución dependerá principalmente de si el surf es finalmente incluido como deporte olímpico en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

En el lado que afecta a la competición, la ISA cree que el Surf Olímpico incorporará olas creadas por el hombre” (Fernando Aguerre, 2015).

A pesar de que a día de hoy existen ciertas dudas sobre las capacidades técnicas de esta tecnología, las piscinas de olas son el principal aval para que el surf pueda convertirse en deporte olímpico. Realidad que está muy cercana, pues se encuentra en la lista corta de los ocho deportes que han pasado todas las fases selectivas del Comité Olímpico Internacional (COI) y cuyos proyectos más sólidos verán la realidad de incorporarse como disciplina en los citados Juegos olímpicos. El resultado final se conocerá en la 129 sesión del COI, en los días previos a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016.

Si el surf es incluido como deporte olímpico, estos proyectos tienen el gran reto de producir unas condiciones de surf artificial que satisfagan a deportistas y público, con la presión de una limitación temporal marcada por el COI. Si el surf se incluye como deporte olímpico para Tokyo 2020, nos encontraremos no sólo con plazos técnicos cortos para tratar de ofrecer la mejor ola posible, sino que es posible que la subcultura surf no esté socialmente madura para dar un paso tan grande tan rápido.

Sobre las piscinas de olas Fernando Aguerre dice: “Pero no solo permitirán el surf olímpico, será un cambio de paradigma muy grande”.

El surf olímpico no podría permitirse un fracaso social y críticas en los medios especializados de surf, por lo que posiblemente, con objeto de ir preparando al público y competidores para este nuevo escenario competitivo, el circuito mundial pueda incluir alguna de sus pruebas en este tipo de recintos, como muy tarde en 2018-2020.

El investigador considera que el surf olímpico tratará, al menos en principio, de seguir identificado con los valores nacidos en el surf del océano. Y para ello se utilizará al circuito mundial para que combine pruebas en océano con pruebas en piscinas. Ante esta realidad, es muy posible que tanto surfistas profesionales como amateurs muestren su disconformidad, por considerar que se trata de una traición al espíritu del surf. Realidad que se evidencia ya a día de hoy en prensa especializada, y ante la cual la máxima autoridad del surf intenta ofrecer respuestas conciliadoras en boca de su presidente:

Hace mucho tiempo, me di cuenta que el surf fue la mayor cosa que me pasó nunca. Yo quiero compartir esa felicidad con el resto del mundo. Algunos “puristas” podrían decirme “Estás traicionando el espíritu del surf trayendo los parques de olas al surf”. Yo no lo creo. No creo que el espíritu del surf requiera ser un deporte de élite para aquellos pocos afortunados que vivan cerca de las olas del océano”. (Fernando Aguerre, 2015).

Una vez celebrada la primera edición de unos juegos olímpicos, quizás asistamos a un estadio diferente, similar al que se podría augurar si el surf no consigue ser deporte olímpico en 2020. Posiblemente, sin la presión de los Juegos Olímpicos, podría considerase establecer una estrategia que no albergase tantas críticas, y alcanzar este hito deportivo gozando con el pleno respaldo de los surfistas tradicionales o de los nuevos surfistas de piscina.

Si continúa esta tendencia y los proyectos finalizados y actualmente en curso son finalmente un éxito, nos encontraremos que en 2020 habrá muchos más proyectos de piscinas de olas, muchos más surfistas acostumbrados a estas instalaciones y, en este escenario, quizás sería menos conflictivo para la World Surf League (WSL) y menos brusco para la concepción más purista, considerar a las piscinas de olas como una realidad diferente al océano y establecer un circuito de esta “especialidad” como sucede con el circuito Big Waves Tour.

Los intereses tanto de los industriales que desarrollan estas piscinas, como de los nuevos destinos que acojan esta tecnología, muy posiblemente lucharán por la integración de un circuito único, al menos en un principio, para poder aprovecharse del mecanismo organizativo y de marketing existente, mientras que muy posiblemente los destinos tradicionales se opondrían a este planteamiento integrador. Si bien es cierto que es muy  difícil tratar de imaginar quién podría ganar el pulso, es muy posible que sea la propia industria de surf y sus marcas quienes determinen el camino inicial.

Pero, en virtud de las opiniones más generalizadas por los surfistas socializados en el surf de océano, resultaría muy complicada una integración de ambas realidades si ya no existe ese objetivo común, beneficioso para la totalidad de la industria, de ser deporte olímpico en 2020. Por tanto, es muy posible que las marcas vean en el posicionamiento ante una realidad u otra como una estrategia de identidad corporativa. Por lo que si no existe una posición homogénea de la industria frente a la integración de circuitos, es muy posible que la masa social del surf del océano siempre tienda a separarse a nivel competitivo.

Si nos fijamos en la historia, no sería nada descabellado que tomasen caminos totalmente divergentes, pues ya ha sucedido previamente que el primer intento de crear piscinas de olas y su estrepitoso fracaso en el intento de incluirlo en el surf profesional haya producido tal divergencia (Warshaw, 2003) Este hecho acabó desencadenando el Flowriding, un nuevo deporte, que se utiliza como atractivo turístico de algunas ciudades, hoteles y cruceros y que tiene su propio circuito mundial.

Parques de atracciones de olas

El investigador, considera que antes de hacer hipótesis sobre sus posibles consecuencias reales, la experiencia en proyectos precedentes, nos aconseja tomar cierta cautela con la potencialidad de este tipo de proyectos. El creciente  volumen de los mismos refleja que nos encontramos en el momento más importante del desarrollo de este tipo de tecnología, y el tipo de proyectos y la implicación de las instituciones del surf en ellos, nos llevan a pensar que el surf se encuentra en el momento social y deportivo más importante de su historia.

Las implicaciones de las piscinas de olas sobre el turismo y sus flujos, dependerán mucho de la calidad de ola de estos primeros proyectos que estamos viendo nacer, así como de cuál sea la dirección que tome el surf de competición con estas piscinas. Por el momento no podemos concluir que estos nuevos destinos artificiales sean o tengan la capacidad real de ser competencia directa para los destinos de surf tradicionales. Planteando esta posibilidad desde el punto de vista inverso, tampoco podemos garantizar que sean generadores de nuevos surfistas subculturales y, por tanto, tampoco que puedan llegar a ser un complemento que producirá más turistas para los destinos de olas tradicionales.

En este sentido Jess Ponting (Santos, 2015) asegura:

Creo que lugares con piscinas de olas, particularmente si varias tecnologías se instalan en un lugar, se convertirán por derecho propio en destinos de turismo de surf, y es un proceso que ya estamos viendo con las piscinas actuales. Wadi Adventure llena su instalación con más de nueve meses de antelación y casi por completo con visitantes internacionales. Surf Snowdonia tuvo 15.000 visitantes en su primer mes de operaciones.”

Sin duda, la revolución de las olas artificiales, parece que podría suponer un hito superior a la revolución del “shortboard” para el surf como deporte. Este tipo de proyectos se atisba como el avance definitivo para que el surf pueda ser incluido como deporte olímpico, hecho clave en su proceso de deportivización y que ampliará sus horizontes de una manera que no podemos ni imaginar a día de hoy.

El investigador considera que el surgimiento de estas nuevas realidades puede modificar por completo la subcultura surf tal y como la conocemos a día de hoy. Pero esta respuesta tecnológica no es simplemente una satisfacción al surfista ante la falta de olas, sino una respuesta social a la necesidad de satisfacción inmediata (Bauman, 2008) y a las nuevas perspectivas sociales del consumo definidas por Baudrillard (1974) que en el caso más relacionado con el ámbito turístico se ejemplifican en este caso en realidades de ocio posturístico expuestas por Sergio Molina (2002).

Como apunte final, recordar que el surf moderno surge como respuesta a una necesidad de promoción turística destinada a la sociedad americana del momento. Tras varios procesos el surf se convirtió en una realidad subcultural, con sus propias normas de conducta en sus desplazamientos, lo que dio lugar al nacimiento del turismo de surf. En la actualidad, con el desarrollo de piscinas de olas, parece como una inversión del proceso, buscando crear la necesidad de utilizar los productos que la industria de surf fuera de la subcultura. Es decir, asistimos al desarrollo de tecnología de surf, que aunque tiene aplicaciones deportivas, parece adaptarse mejor a aquellos que no comparten el estilo de vida de surf. Por tanto, las piscinas de olas son un producto de ocio de la modernidad líquida (Baumann, 1999), con aplicaciones turísticas y deportivas. Un novedoso parque de atracciones que te mantiene en forma.

La bibliografía está disponible en el libro y no la cuelgo por volumen. Si la quieres, pídemela en mareasvivas.surf@gmail.com

Para citar este artículo:

SANTOS, D. (2015) Mundos Emergentes: Cambios, Conflictos, Expectativas. ACMS. ISBN: 978-84-608-3520-2. pp. 95-107

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.