Casi nunca cojo el metro porque me parece un sistema de transporte turbio y sin espíritu. Los pasillos de algunas estaciones me recuerdan al interior de un centro de salud  mental franquista, según a que hora están llenos de gente pero huérfanos de cualquier indicio que demuestre humanidad. Cuerpos que mecánicamente caminan por los pasillos, como si estuvieran programados para viajar y vivir sin sentir absolutamente nada.

metro-madrid-pasillo

Los vagones me angustian un poco. Unos cajones que te desplazan mientras enfrente tienes a otra gente con la que no compartes absolutamente nada más que un destino físico. Viajas jodidamente solo estando acompañado por muchas personas de razas y status diferentes. Sin embargo, poco positivo se puede sacar de dicha experiencia.

Un día comprendí la diferencia entre perfumes de Chanel y colonias que camuflan edores de andamio.

Siendo realistas es complicado aprender cositas de la gente en el Metro , que para eso tenemos cobertura y podemos usar el Whatsapp.

metro-interior

La verdad que el ambiente deshumaniza hasta tal punto que cada individuo entre en su particular trance mientras viaja. Y así estaba yo, en mi mundo paralelo, cuando un ritmo que me resultaba familiar comenzaba a llenar de sonido el frío «silencio» de mi vagón.

Su voz era dulce y su guitarra sonaba como si cada acorde estuviese diseñado a medida para acompasar sus cuerdas vocales. Su tono poético ganaba romanticismo con ese ligero deje andaluz. Cerré los ojos por un instante y mi corazón se acordó de ti.

Quería darle dinero por hacerme sentir como un humano en un ambiente tan hostil. Se contaban los minutos desde que había comprado una cerveza en el chino y era completamente consciente que no tenía cambio. Bueno en realidad tampoco billetes.

Cuando mi artista se dispone a abandonar el vagón miro fijamente al suelo, intento poner semblante de concentración, como quien resuelve un sudoku mental, aunque en realidad simplemente me da vergüenza mirarle por no poder corresponderle como creo que se merece por haberme alegrado el viaje.

– Tranquilo. No todo son monedas, puedes darme una sonrisa que te lo agradezco igual.

Diego Santos

3 thoughts

  1. Ese ambiente hostil que te hace escribir de una manera mágica, grande artículo. Se agradecen este tipo de entradas para aquellos lectores que no están tan conectados a las olas.

    Abrazos

Responder a Ivan carreño Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.